Esfuércense por entrar por la puerta angosta

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Esfuércense por entrar por la puerta angosta

Fuente: El Informador

Fecha original de publicación:   20 agosto 2022

Foto: Canva @itsvancsomortani Getty Images

La puerta angosta

U

no de los símbolos más reconocibles de los evangelios es la invitación del Señor Jesús a esforzarse por entrar por la puerta angosta. Este domingo veremos la manera como nos la presenta el evangelio de san Lucas 13, 22-30. Mateo toca el tema en el Sermón del Monte (7, 13-14) donde la compara con la puerta ancha de la perdición.

Ante la pregunta “¿es verdad que son pocos los que se salvan?”, motivada seguramente por la visión elitista y restrictiva del fariseísmo piadoso, el Señor Jesús no responde directamente, sino que lleva la conversación (y el mensaje) a lo verdaderamente importante: invita a esforzarse por pasar por la puerta angosta. La puerta no es angosta en referencia a una observancia rigurosa de preceptos o prácticas devotas. Eso es precisamente lo que Jesús ha estado criticando sistemáticamente. La puerta es angosta porque por ella solamente pasarán quienes se mantienen “pequeños”, es decir, humildes. Quienes mantienen el espíritu de niños. Quienes se dedican a alimentar sus egos (inclusive a través de prácticas pseudo religiosas) y los han inflado hasta la soberbia, simplemente no podrán pasar por la puerta angosta. Quedarán atorados…

El resto del relato profundiza este mensaje. Quienes se queden afuera reclamarán: “Señor, ¡ábrenos!”, y le dirán con insistencia que comieron y bebieron con él (posible referencia al banquete Eucarístico) y que conocen sus enseñanzas. Pero por dos veces el Señor les contesta con una negación terrible: “No los conozco, no sé quiénes son ustedes”. Y les revela la razón: se han dedicado a hacer el mal.

Todo el relato nos recuerda la expresión del final del Sermón del Monte: “no todo el que me diga ‘Señor, Señor’ entrará en el Reino de los cielos”. Es decir, la salvación no es cuestión de observancias externas ni devociones superficiales sino de una auténtica conversión de corazón. La autenticidad de esa conversión la percibimos por los frutos evidentes en la sensibilidad de quienes la han vivido: son personas humildes, que con naturalidad aman a sus semejantes y tratan de ser una bendición para ellos y ellas. Son personas comprensivas, tolerantes y solidarias. Estos “pobres de Yahvé” no tendrán ningún problema para pasar a través de la puerta estrecha.

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