Jesús y Zaqueo

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Jesús y Zaqueo

Fuente: El Informador

Fecha original de publicación:   29 octubre 2022

Foto: Wikipedia Cristo y Zaqueo, por Niels Larsen Stevns. 1913. Museo de Arte Danés, Randers.

L

a liturgia de este domingo nos presenta el encuentro de Jesús con Zaqueo, “jefe de publicanos y rico”. Publicanos eran judíos que ganaban por subasta arrendar el puesto de cobrador de impuestos para Roma. Cómo podemos esperar, una vez invertido su dinero, hacían lo posible para recuperarlo y obtener ganancias. En pocas palabras, se dedicaban a sacar todo lo que podían a su gente para dárselo a los ocupadores romanos y quedarse con una parte. Nos podemos imaginar lo despreciables que eran estas figuras para sus coterráneos. Que Jesús optó por alojarse en su casa era un verdadero escándalo.

El proceso de conversión de Zaqueo nos presenta también el itinerario de toda conversión cristiana. El primer paso es la curiosidad por conocer al Señor, lo que lleva a nuestro personaje a vencer los obstáculos (era de baja estatura y había mucha gente frente a él) subiéndose a un árbol. Realmente quiere conocer a Jesús. El camino cristiano inicia cuando queremos “conocer” personalmente, no de oídas, al Señor y hacemos todo lo posible por tener acceso a él. San Ignacio de Loyola, en los Ejercicios Espirituales, nos invita a un “conocimiento interno” del Señor. Esto se logra cuando no solamente leemos los evangelios, sino que nos arriesgamos a “entrar en ellos y vivirlos”: reconstruir con nuestra imaginación la escena y dejar que los eventos que describen nos comuniquen su mensaje.

Cuando hacemos estas contemplaciones bíblicas nos sucede lo que a Zaqueo: Jesús deja de ser motivo de curiosidad y se convierte en presencia que se comunica con nosotros. La frase “hoy tengo que hospedarme en tu casa” denota el deseo del Señor de habitar nuestras vidas, de transmitirnos su amor que sana y da esperanza. Cuando lo recibimos, nuestras vidas cambian.

La segunda parte del relato presenta a Zaqueo con un corazón transformado: dará la mitad de sus bienes a los pobres y está dispuesto a restituir a sus víctimas cuatro veces lo que les hubiera defraudado. Zaqueo ha sido transformado por su encuentro con el Amor incondicional de Dios encarnado en Jesús. Eso basta para regresarle al publicano su dignidad de “Hijo de Abraham”. Acoger al Señor en “nuestra casa”, en nuestra conciencia, nos permite redescubrir nuestra vocación de ser imagen de Dios, que ama sirviendo.

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