Pentecostés y la culminación del tiempo Pascual

alexander zatyrka posts

Pentecostés y la culminación del tiempo Pascual

Fuente: El Informador

Fecha original de publicación:   4 junio 2022

Foto: Cathopic @josepmaria

E

ste domingo celebramos la fiesta del Espíritu Santo, Pentecostés. El nombre le viene del griego pentēcostē [hēmerā] que significa “quincuagésimo (50º) día. Era la fiesta judía de la cosecha, donde se presentaban a Dios las “primicias”, los primeros frutos de la cosecha, siete semanas después de la Pascua. Tiene una profunda simbología: primeros frutos, llegada a la Tierra Prometida, renovación de la Alianza del Sinaí y, desde la tradición cristiana, la llegada del “tiempo del Espíritu Santo” y el nacimiento de la Iglesia.

Quienes hemos vivido en comunidades agrarias sabemos que el tiempo de mayor escasez de alimentos para las familias es precisamente antes de la cosecha, cuando las reservas del año pasado están muy mermadas o casi se han terminado. Es por eso que entregarle al Señor los primeros frutos implicaba un gran ofrecimiento: daban de lo poco que tenían.

En la lectura de hoy tomada del libro de los Hechos destacan varios elementos importantes: el viento como símbolo de la vida que Dios nos otorga (Dios le da su “aliento” a la forma de barro, en la creación de Adán), las llamas de fuego (luz para ver el camino), la clara y valiente proclamación de la Buena Noticia en Cristo Jesús (los apóstoles que habían estado encerrados por miedo ahora comunican su fe con valentía)
y la capacidad de hacer entender el mensaje en muchas lenguas (todas las personas lo entienden sin necesidad de cambiar su idioma/cultura).
 La comunión en el Espíritu es unidad no uniformidad.

Pentecostés es también la fiesta del nacimiento de la Iglesia. Celebramos la consagración a Dios de los primeros frutos de la redención en Cristo: los apóstoles, movidos por el Espíritu Santo, comunican la buena noticia que a su vez entusiasma a quienes la reciben. Iglesia viene del griego Ekklesía que significa asamblea. Para que exista una asamblea hace falta que haya quien la convoque y la asistencia de los convocados. Con el impulso del Espíritu Santo los apóstoles convocan a la humanidad a este nuevo y definitivo “Pueblo de Dios”, cuya característica más distintiva es el amor compartido, la solidaridad, la compasión y misericordia.

Con Pentecostés se culmina también el gran ciclo litúrgico de la Cuaresma- Pascua. En él meditamos la encarnación del Hijo de Dios que toma sobre sí en la cruz las consecuencias de nuestro egoísmo (pecado), liberándonos de las heridas que el desamor ha dejado en nuestras vidas. Pero Cristo no sólo “libera de”, sino que “libera para”. Nos rehabilita el corazón para que podamos amar a la manera de Dios, dando vida a nuestros semejantes.

Leer este artículo en El Informador

Compartir